Tradición con fe
El Cristo Morado recorrió nuevamente las calles de Lima acompañado por sus miles de devotos. Como todos los años, los trabajadores de Editora Perú le rindieron un emotivo homenaje.
El olor a incienso y mirra de más de 500 sahumerios anunciaba su llegada. Como todos los años, la imagen del Señor de los Milagros hacía su aparición por la avenida Alfonso Ugarte, donde miles de devotos esperaban su llegada.
El Cristo Morado recorrió nuevamente las calles de Lima acompañado por sus miles de devotos. Como todos los años, los trabajadores de Editora Perú le rindieron un emotivo homenaje.
El olor a incienso y mirra de más de 500 sahumerios anunciaba su llegada. Como todos los años, la imagen del Señor de los Milagros hacía su aparición por la avenida Alfonso Ugarte, donde miles de devotos esperaban su llegada.
Nunca estuvo solo. Decenas de cuadrillas de la Hermandad del Señor de los Milagros y una legión de más de 500 mujeres, entre sahumadoras y cantoras, lo rodearon y se encargaron de abrirle paso entre los miles de fieles que pugnaban por estar cerca de él.
Las mujeres, con su característico velo blanco, caminaban de espaldas, con la mirada siempre fija en aquel Cristo que las observaba desde lo alto. Ellas purificaban con el aroma del sahumerio el camino por donde pasaría la sagrada imagen.
El Cristo Moreno tuvo su primera parada frente al hospital materno-infantil San Bartolomé, donde personal de salud y los pacientes se encomendaron a él con cánticos y oraciones.
Las mujeres, con su característico velo blanco, caminaban de espaldas, con la mirada siempre fija en aquel Cristo que las observaba desde lo alto. Ellas purificaban con el aroma del sahumerio el camino por donde pasaría la sagrada imagen.
El Cristo Moreno tuvo su primera parada frente al hospital materno-infantil San Bartolomé, donde personal de salud y los pacientes se encomendaron a él con cánticos y oraciones.
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