La peligrosa verdad de los quemadores de grasa
Dentro de esta gama de productos ampliamente comercializados por aquellos que se hacen llamar "expertos en nutrición", pero que no han estudiado dicha ciencia, están los famosos quemadores de grasa. Como su nombre lo indica, se trata de sustancias (en presentaciones diversas, como pastillas, o en polvo) que prometen quemar la grasa del cuerpo, muchas veces sin necesidad de cambiar los hábitos alimenticios y de actividad física. Se promocionan como productos "termogénicos", pues aseguran que su consumo aumenta el metabolismo, y por lo tanto, la cantidad de calorías que uno gasta.
Lo cierto es que aún existe una falta de evidencia científica que avale su eficacia. Y por si fuera poco, se ha demostrado que dichos quemadores de grasa producen una serie de efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo.
Para empezar, ya que dichos productos no son regulados por la FDA (entidad estadounidense que regula alimentos, medicamentos, entre otros); la lista de ingredientes que aparece en su etiquetado no siempre es completa. Esto quiere decir que muchas veces se omiten ciertos compuestos dañinos, que tal vez su uso ya haya sido prohibido (como la sibutramina), pero que los siguen utilizando en los quemadores de grasa. Por lo tanto, uno no siempre es capaz de saber qué es lo que realmente está consumiendo, aun leyendo las etiquetas del producto.
Se ha vinculado el uso de los distintos quemadores de grasa disponibles en el mercado con daños al hígado. Este órgano se encarga de metabolizar muchos nutrientes y medicamentos; y por lo tanto, varias de las sustancias contenidas en los mencionados productos, afectan al hígado. Diversos estudios científicos realizados en individuos que consumían quemadores de grasa (especialmente los que contienen "aegeline"), demostraron que les produjo hepatitis, daños irreversibles al hígado, e incluso necesidad de un trasplante de dicho órgano. De la misma forma, otro ingrediente conocido como Citrus aurantium o naranjo amargo, se ha vinculado con daños al corazón, pues aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial a niveles muy altos, lo que podría llegar a producir infartos o accidentes cerebrovasculares.
Asimismo, muchas de las sustancias presentes en los quemadores de grasa tiene poder estimulante, por lo que además de incrementar la presión arterial, pueden producir irritabilidad, mareos, insomnio, diarrea, entre otros.
Siempre repito que con la salud no se juega. Por el afán de perder unos kilos en poco tiempo, uno puede terminar perdiendo su salud. Hay que tener claro que no existe magia para bajar de peso. El proceso requiere perseverancia, dedicación, motivación y ganas de alcanzar el objetivo. Lo mejor de todo es que cuando uno lo logra, no solo pierde el exceso de grasa, sino que además gana vitalidad, energía, y un estilo saludable que se puede mantener durante toda la vida. Mi consejo es que se asesoren con un profesional calificado en nutrición, que les pueda diseñar un plan de alimentación acorde a sus necesidades y objetivos.
Mucho cuidado con los vendedores de dichos productos milagrosos, que más saben de marketing que de nutrición.
Créditos/blogs.publimetro.pe
Con la llegada de la primavera y los primeros rayos de sol, empieza a aumentar esa preocupación por iniciar el proceso de alcanzar el peso ideal para el verano. Los que toman este tipo de decisión a último momento, son generalmente aquellos que recurren a "dietas relámpago" o productos milagrosos, como si conseguir el objetivo de perder esos kilos ganados durante el año fuera cuestión de magia.
Dentro de esta gama de productos ampliamente comercializados por aquellos que se hacen llamar "expertos en nutrición", pero que no han estudiado dicha ciencia, están los famosos quemadores de grasa. Como su nombre lo indica, se trata de sustancias (en presentaciones diversas, como pastillas, o en polvo) que prometen quemar la grasa del cuerpo, muchas veces sin necesidad de cambiar los hábitos alimenticios y de actividad física. Se promocionan como productos "termogénicos", pues aseguran que su consumo aumenta el metabolismo, y por lo tanto, la cantidad de calorías que uno gasta.
Lo cierto es que aún existe una falta de evidencia científica que avale su eficacia. Y por si fuera poco, se ha demostrado que dichos quemadores de grasa producen una serie de efectos secundarios, tanto a corto como a largo plazo.
Para empezar, ya que dichos productos no son regulados por la FDA (entidad estadounidense que regula alimentos, medicamentos, entre otros); la lista de ingredientes que aparece en su etiquetado no siempre es completa. Esto quiere decir que muchas veces se omiten ciertos compuestos dañinos, que tal vez su uso ya haya sido prohibido (como la sibutramina), pero que los siguen utilizando en los quemadores de grasa. Por lo tanto, uno no siempre es capaz de saber qué es lo que realmente está consumiendo, aun leyendo las etiquetas del producto.
Se ha vinculado el uso de los distintos quemadores de grasa disponibles en el mercado con daños al hígado. Este órgano se encarga de metabolizar muchos nutrientes y medicamentos; y por lo tanto, varias de las sustancias contenidas en los mencionados productos, afectan al hígado. Diversos estudios científicos realizados en individuos que consumían quemadores de grasa (especialmente los que contienen "aegeline"), demostraron que les produjo hepatitis, daños irreversibles al hígado, e incluso necesidad de un trasplante de dicho órgano. De la misma forma, otro ingrediente conocido como Citrus aurantium o naranjo amargo, se ha vinculado con daños al corazón, pues aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial a niveles muy altos, lo que podría llegar a producir infartos o accidentes cerebrovasculares.
Asimismo, muchas de las sustancias presentes en los quemadores de grasa tiene poder estimulante, por lo que además de incrementar la presión arterial, pueden producir irritabilidad, mareos, insomnio, diarrea, entre otros.
Siempre repito que con la salud no se juega. Por el afán de perder unos kilos en poco tiempo, uno puede terminar perdiendo su salud. Hay que tener claro que no existe magia para bajar de peso. El proceso requiere perseverancia, dedicación, motivación y ganas de alcanzar el objetivo. Lo mejor de todo es que cuando uno lo logra, no solo pierde el exceso de grasa, sino que además gana vitalidad, energía, y un estilo saludable que se puede mantener durante toda la vida. Mi consejo es que se asesoren con un profesional calificado en nutrición, que les pueda diseñar un plan de alimentación acorde a sus necesidades y objetivos.
Mucho cuidado con los vendedores de dichos productos milagrosos, que más saben de marketing que de nutrición.
Créditos/blogs.publimetro.pe
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