Un referéndum desperdiciado en el Perú
Los suizos son los reyes de los referéndums. Votan varias veces al año y hacen referéndum por casi cualquier cosa. En 2012 hubo un referéndum para ampliar las vacaciones de cuatro semanas a seis. ¿Cuál cree que fue el resultado? Aunque no lo crea, los suizos eligieron mantener solo cuatro semanas.
También rechazaron cambiar el sistema de salud privado por uno público y no cobrar impuestos a los más ricos por sus ganancias. Votan para crear zonas rojas para la prostitución, si van a exportar armas, quién imprimirá dinero, si se enseña música en los colegios, si hay servicio militar obligatorio, etc. Desde 1848 ha habido más de 600 referéndums, un promedio cercano a cuatro por año. En contraste, en Perú, desde el año 1993 (25 años), solo hemos tenido dos, es decir, 0,08 al año.
Muchos critican la democracia directa por ser costosa y compleja de ejercer. Pero lo cierto es que en Suiza parece funcionar muy bien. Hay estudios que muestran que más referéndums reducen el gasto público. Parece que valen lo que cuestan. Generan democracias y economías estables.
Y es que su mayor beneficio parece ser, antes que las medidas concretas que se adopten, generar un mecanismo de control de poder en el que los políticos no manejan monopólicamente cómo se generan las reglas de juego de un país.
Es saludable, por tanto, que el presidente haya presentado la iniciativa para llevar a cabo un referéndum. Y, por ello, no es de extrañar que a los congresistas, y en especial a los fujimoristas, les fastidie tanto. Significa menos poder.
Pero si fuera Vizcarra, iría mucho más allá. De los puntos a someter a referéndum, solo el de la bicameralidad en el Congreso parece valer la pena. La no reelección de congresistas parece una mala idea que reducirá (aunque usted no lo crea) aún más la calidad del Congreso. Y el financiamiento de los partidos no parece ser un asunto tan relevante institucionalmente.
Debería incluirse aspectos como eliminación del voto obligatorio, elección de congresistas por distritos uninominales, renovación por tercios del Congreso. Y como para dar el ejemplo, debería proponer cambios que limiten también al Poder Ejecutivo. Por ejemplo, que se someta a votación la eliminación de la potestad del presidente de conceder indultos. Lo último sería un signo importante de confianza para eliminar una figura a la que le debemos buena parte de la crisis política actual.
Y quizás la más importante: una reducción sustancial del número de firmas para que los ciudadanos puedan solicitar un referéndum. Y es que si los referéndums sirven para controlar el poder de los políticos, hay que quitarles la llave para impedirlos. Como dice el dicho, “nadie reparte las lampas con las que lo van a enterrar”.
Créditos/americaeconomia.com/Alfredo Bullard
Los suizos son los reyes de los referéndums. Votan varias veces al año y hacen referéndum por casi cualquier cosa. En 2012 hubo un referéndum para ampliar las vacaciones de cuatro semanas a seis. ¿Cuál cree que fue el resultado? Aunque no lo crea, los suizos eligieron mantener solo cuatro semanas.
También rechazaron cambiar el sistema de salud privado por uno público y no cobrar impuestos a los más ricos por sus ganancias. Votan para crear zonas rojas para la prostitución, si van a exportar armas, quién imprimirá dinero, si se enseña música en los colegios, si hay servicio militar obligatorio, etc. Desde 1848 ha habido más de 600 referéndums, un promedio cercano a cuatro por año. En contraste, en Perú, desde el año 1993 (25 años), solo hemos tenido dos, es decir, 0,08 al año.
Muchos critican la democracia directa por ser costosa y compleja de ejercer. Pero lo cierto es que en Suiza parece funcionar muy bien. Hay estudios que muestran que más referéndums reducen el gasto público. Parece que valen lo que cuestan. Generan democracias y economías estables.
Y es que su mayor beneficio parece ser, antes que las medidas concretas que se adopten, generar un mecanismo de control de poder en el que los políticos no manejan monopólicamente cómo se generan las reglas de juego de un país.
Es saludable, por tanto, que el presidente haya presentado la iniciativa para llevar a cabo un referéndum. Y, por ello, no es de extrañar que a los congresistas, y en especial a los fujimoristas, les fastidie tanto. Significa menos poder.
Pero si fuera Vizcarra, iría mucho más allá. De los puntos a someter a referéndum, solo el de la bicameralidad en el Congreso parece valer la pena. La no reelección de congresistas parece una mala idea que reducirá (aunque usted no lo crea) aún más la calidad del Congreso. Y el financiamiento de los partidos no parece ser un asunto tan relevante institucionalmente.
Debería incluirse aspectos como eliminación del voto obligatorio, elección de congresistas por distritos uninominales, renovación por tercios del Congreso. Y como para dar el ejemplo, debería proponer cambios que limiten también al Poder Ejecutivo. Por ejemplo, que se someta a votación la eliminación de la potestad del presidente de conceder indultos. Lo último sería un signo importante de confianza para eliminar una figura a la que le debemos buena parte de la crisis política actual.
Y quizás la más importante: una reducción sustancial del número de firmas para que los ciudadanos puedan solicitar un referéndum. Y es que si los referéndums sirven para controlar el poder de los políticos, hay que quitarles la llave para impedirlos. Como dice el dicho, “nadie reparte las lampas con las que lo van a enterrar”.
Créditos/americaeconomia.com/Alfredo Bullard
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