lunes, enero 1

El mito de La Quebrada del Diablo

La Quebrada del Diablo

Hacia el lado noroeste en la ciudad de Tacna está situada en la llamada Quebrada del Diablo. Es de poca profundidad, angosta, sinuosa y bordeada de rocas de sillar. Sobre el origen del nombre que lleva existe una leyenda que, ahora, reproducimos.
El mito de La Quebrada del Diablo - DePeru
El mito de La Quebrada del Diablo

Dos viajeros cabalgando en flacos jamelgos, por el antiguo camino de herradura que conduce de Tarata de Tacna, llegan a una quebradita de suave declive, y deciden descansar en ese sitio por breves instantes.
Es cerca de medianoche. Una densísima “kamanchaca” oscurece el camino.

Los viajeros descienden de sus cabalgaduras y, extendiendo unos gruesos “pellones” de piel de carnero, se reclinan sobre la arena fría por la humedad de la noche.
A pocos metros de distancia han asegurado las acémilas mediante “maneas” colocadas en las patas delanteras.

-¿No te parece que podremos llegar a la ciudad solo en la madrugada?
-Sí, Pedro. No hay prisa.
-Por otra parte que los caballos están “rendidos” por el largo viaje desde Tarata.
-Sí hombre.¿Quieres unas hojitas de coca?
-Acepto, Ramos, Gracias.
-¡Como nos olvidamos la botellita de “pisco” en la casa…!
-Paciencia, Ramucho. En Tacna nos daremos una buena…
                                                
De pronto los arrieros oyen pasos de alguien que se acerca.
Un desconocido está delante de ellos. Es un señor de alta estatura de gruesa estampa. Viste grueso gabán oscuro. Bajo un sombrero blanco de paja, no se distinguen sus facciones. Apenas se destaca una espesa barba blanca.

Los arrieros se incorporan sorprendidos, bajo sus gruesos ponchos de lana.
-Amigo, buenas noches.
-Buenas noches señor
-¿De dónde vienen!
-De la altura caballero,dice Ramón, con acento vacilante…
-Amigos,tienen mi casa para alojarse. La noche está muy fría.
En ese instante los arrieros se dan cuenta que, a pocos pasos, se levanta una mansión iluminada.
Atraídos por una fuerza misteriosa, los arrieros siguen al extraño personaje quien, con su voz afable dice:
- Vengan, amigos.Vengan.
Ramón y Pedro están maravillados, ¿Cómo no se dieron cuenta antes de lo que veían? Y, sufriendo el frío a la intemperie… ¡Que tontería…!

Al trasponer el umbral de la gran residencia, son conducidos a un largo comedor. En una amplia mesa, iluminada por gruesos velones, aparecen apetitosas viandas y frutas jugosas, y botellas de licores finísimos.

El dueño de casa, con toda afabilidad, les invita a los viajeros para que se sirvan de lo que desearan.
Tímidamente los hombres toman algunos pedazos de pollo de las fuentes colmadas. Luego, se sirve unas copitas de licor.Se sienten reconfortados.

Luego, el señor les invita a pasar a una habitación interior amplia y que, también está iluminada.
Sobre el pavimento, alineados, aparecen abultados “zurrones” de cuero, en cuyo interior fulgen monedas de plata. Sobre unos estantes varias estatuillas de oro macizo. Joyas, joyas, muchas joyas.

El caballero, sonríe satisfecho, y sus ojos fulguran como ascuas.
- Estos son mis tesoros, les dice.
Los viajeros se quedan pasmados, aturdidos ante este espectáculo maravilloso.
-Pero… señor… -, balbucea uno de ellos.
Mientras que el  otro, siente que las piernas se doblan y que algo como un escalofrío le recorre todo el cuerpo, y apenas atina a exclamar:
-¡Jesús!
En esto todo desaparece de la vista de los arrieros, como visión fugaz y de encantamiento.
Ya asoman las primeras luces del alba. La densa “kamanchaca” se ha despejado.

Y  los pobres arrieros, se ven sobre la mojada y amarillenta arena de la quebrada, ateridos del frío, con fuerte dolor de cabeza y con los labios resecos, como si despertasen de una fatigosa pesadilla.

-¿Qué nos ha pasado?- dice uno de ellos.
- Es el Supay. Vamos.

Lo raro del caso es que cada uno de los arrieros retenía en la mano una antigua y reluciente moneda de plata de los tiempos del rey.

Vocabulario
“Kamanchaca”, neblina propia de la región. “Maneas”, sogas o cordeles para asegurar las extremidades delanteras de animales caballeres o asnales. "Zurrones”, talegos de cuero. "Supay”, el diablo.

Sacado de
 Zora, F. (1969). Tacna historia y folklore (2ª ed). Tacna: Santa María.
Créditos/aquientacna.weebly.com

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